El CPP

Cumpliendo lo prometido, y no jurado que es más, me veo en la tarea de relatar mis últimas aventuras sin encontrarme en estado de embriaguez. Tienen lugar en el hotel Eurobuilding y la razón es la Cena de Hermandad de mi Colegio Profesional.

¿Cena de Hermandad? Sí, es una manera de llamar a la reunión de miembros del colectivo profesional que al no tener una empresa en donde dar lo mejor de nuestra vida, se cena, se conoce a gente, se desea lo mejor para el próximo año, y por supuesto, se bebe. Ya os habréis dado cuenta de que todo esto se parece sospechosamente a una cena de empresa... Ya hay anuncios de juguetes (cada vez molan más los juguetes de los niños, yo no tenía esa amplitud de juguetes ni por asomo), ya hay carteles en unos grandes almacenes que todos conocemos... Pues va a ser que estamos en la Puta (y Reputa) Navidad. Pero bueno, que este post no trata de este tema.

El desarrollo de la cena fué el siguiente. Llegada al lugar. Rápidamente mi mente genera un número, el 70, que no es otro que la edad media de los asistentes a la misma. Como en mis mejores pedos, comienzo con un zumo de tomate (Date por jodido si un pedal comienza por un zumo de tomate, que es regla Fifa). Puñetitas varias y pasamos a las mesas. ¿Pero qué es esto? Los de Sepín (una empresa de consultoría legal, para el que no lo sepa) me han nacionalizado la mesa. ¿Y yo dónde me siento? Me reubican en la mesa del tesorero del Colegio y me siento más importante si cabe. Además está un leguleyo asesor del Colegio y dos colegiados que recibirán su distinción como colegiados durante más de 25 años. La cena, parecida sospechosamente a la de una boda, es escueta y servida a la velocidad máxima que es capaz de servirse una cena. El vino, poco e insulso. Las conversaciones tienen su base en aspectos legales, situación del mercado y tal. Para ser novato, no me defiendo tan mal.

Comienza el acto, por llamarlo de alguna manera, con el Presidente del Colegio diciendo: "Bienvenidos a la 38 cena...". Parece mentira que un Presidente de Colegio no sepa decir Trigésimooctava pero bueno. Pronuncia sospechosamente las eses recordando seguramente juventudes en seminarios y yo consigo contenerme la risa. Es que siempre me ha hecho gracia la gente que habla en público como si fuera un dictador rodeado de masas. Se entregan todas las distinciones, se mencionan todas las menciones y aparece al que podríamos clasificar como Showman y Divertío. Es un cachondo, está encantado de conocerse, la gente le ríe las gracias (incluso la que va acerca del regalo sorpresa del Colegio de San Sebastián, muy gracioso) se entregan todos los regalos de la rifa (ya sabéis que eso tampoco puede faltar) y a mi, para no variar, no me toca nada. Menos mal, creo que una broma más estando cerca de semejante personaje hubiera sacado lo peor de mi.

Después comienza la barra libre, que es bastante escasita en su variedad y en su duración, y los que estaban por encima de la media mental que he creado así como los más en la moda salen corriendo de la fiesta. Aunque no lo parezca los miembros de este Colegio somos personas serias y respetables. El baile es una mierda aunque las más... cómo decirlo... abiertas no paran de darlo todo en el mismo. Yo mientras observo la codicia de esta generación mientras en un rincón me pongo ciego de ron. Arreglo el mundo junto con mi compañero panchito, no confundir con Evo, y cuando queremos darnos cuenta son las 3 y no podemos hacer otra cosa que ir a Marmara que está al lado y lo pasamos bastante bien arreglando más el mundo y observando la codicia de nuestra generación otra vez.

Una vez narrado todo esto. Se me ocurre lo siguiente... Y si se creara el CPP, Colegio Profesional de Pedosos, en vez de cenas de hermandad anuales, serían borracheras en grupo mensuales, los estatutos estarían basados mayoritariamente en la persecución del garrafón en vez de en el intrusismo. No habría presidentes ni homenajeados, sólo el más borracho de la noche. Tendríamos acuerdos con importantes empresas de marcas de alcohol, incluído el 96, para tus momentos más ciegos. En vez de en un hotel, la reunión se haría en un bar, raro claro. Y por supuesto, no habría ningún atrio ni discurso, ni agradecimiento y desde luego, esto incluído en los estatutos, estaría el tipo Showman y Divertío tocando los cojones al personal.

Mientras escribo esto estoy escuchando: La excepción - Sin escaleras era mi escuela.

0 copas me tomé anoche: