Beber bien, comer fuerte y esperar la muerte

En mi búsqueda internacional del pedo universal mis viajes alcohólicos me han llevado al bello pais de México (Viva México, cabrones) aunque parezca increíble. ¿Que cómo he llegado aquí? Pues ni yo lo sé... Ni tampoco sé como he aguantado 15 horas sin fumar. Ya sabéis que mi vida es rara y el mundo está lleno de bares raros que visitar.

No os penséis tampoco que me he ido a parajes que cualquier sanchiguarro anhela visitar como Cancún, Acapulco (aunque el piloto, un cachondo, nos quiso llevar ante la neblina de visibilidad cero que había en el Aeropuerto de Juárez) o la Riviera Maya. Yo estoy en la bella ciudad de Puebla, que está a 2 horas (aquí las distancias se miden en horas de viaje y no en kilómetros; imaginad, queridos borrachos, la certeza de la duración de los viajes) de México D.F. Tampoco os penséis que soy de profesión aventurero como dicen algunos que se dedican a tocarse la entrepierna a 2 manos y me he ido a Tabasco. Yo el tabasco, en la másquina (Festival del Humor).

Hablando de comer, aquí todo se come con picante, chile vamos, de todos los tamaños y colores. Hay que ser muy macho para comer los tacos con las salsas que te proponen como acompañamiento. Teorema fundamental del Chile: Las salsas verdes siempre pican más. Cuando como algo con chile, me pongo rojo como un tomate, me pica la garganta y después de beberme la chela (cerveza) quiero beberme hasta el agua del perro, los mexicanos dicen: Pues a mi no me pica.

De cosas de ponerse pedito pues tampoco os penseis que es muy distinto a España. Bueno sí. Me invitaron a una fiesta donde los del lugar lo dieron todo con Fiesta Pagana de Mago de Oz entre otros grandes éxitos. La música tocó a su fin cuando a los vecinos se les presentaron unos mariachis en la puerta para cantarle a una bella moza "Las Mañanitas" y es que aquí no se canta en un cumpleaños "Feliz, feliz en tu día" sino "Estas son las mañanitaaas". Luego me llevaron a un antro (aquí a los garitos se les llama así) llamado La Botica donde lo primero que sorprende es que hay sitio para sentarse y la barra está vacía. ¡Te sirven en la mesa! Allí pude ver como se baila todo tipo de música divertida, incluída una de que suban los celulares y hagan el parabrisas. Para partirse el ojal.

Y es que México es un bar raro muy grande que mis palabras se quedan cortas para describirlo. Mejor ver.

Mientras escribo esto estoy escuchando: Rocío Dúrcal - Me gustas mucho.