Si quieres, puedes

Un día sin venir a cuento recibes un correo de Windows Live recordándote que tienes un espacio, que podríamos decir era la generación anterior de ¡Qué bar más raro! en el algoritmo genético que es tu vida.

Y entonces vuelves a leer lo que escribiste hace 4 años y piensas lo mal que estabas o, seamos positivos, lo bien que estás ahora. Las cosas que pensabas ya no son tan claras u olvidas la radicalidad. Y sobre todo, te ríes con las metas que tenías en la vida cuando tenías 25 años: Ir a Londres - Hecho, Conducir a más de 250 kms/h - Hecho, Tener una relación sexual con una japonesa - He estado cerca pero no; para hacer eso necesito algún tipo de conexión que considero imposible con una mentalidad nipona.

¿Cómo es posible que esas fueran mis metas, había perdido el Norte? Seguramente sí; pero las he hecho o he puesto todos mis esfuerzos en ello, incluso me he hecho el viaje a Japón, cosa que llevaba soñando desde tiempo inmemorable. Esto me hace pensar lo que siempre le digo a todos los que me dicen que quieren algo y no pueden: Si quieres, puedes.

Es que, querido lector, puedes. Lo importante del camino no es llegar, lo importante es el viaje. El resultado puede ser o no satisfactorio, pero lo reconfortante son los pasos que das hasta llegar ahí. Tienes que disfrutar el viaje y olvidarte del destino.

Hablando de mi, he borrado todo rastro de ese espacio y debo pensar cuáles con mis nuevas metas en la vida. Tengo que tener cuidado a la hora de soñar, seguramente conseguiré aquello que desee. Y si no lo consigo, disfrutaré del viaje.

Mientras escribo esto estoy escuchando: Blondie - One way or another.

Costa Rica y el bar de dentro

En mi búsqueda internacional del pedo universal, nuestros caminos alcohólicos nos han llevado a visitar el noble país de Japón. De aquello podría escribir líneas y más líneas de anécdotas raras como el día que descubrimos que las ratas son ardillas pero no quiero aburrir al personal. Así que me dedicaré a narrar bares sueltos que tuvimos el placer de visitar y de las cosas raras que nos pasaron a mi compañero del alma, compañero que es Taladrín de la Mancha.

Comienzo los post acerca de bares de Japón con posiblemente el mejor bar del mundo. Y al escribir esto puede parecer que decir esto de un bar de 3 metros cuadrados con altillo es decir demasiado. Y si así pensáis, seguid leyendo.

Como decía el bar es pequeño, muy pequeño. El gerente si se le puede llamar así es un chico de unos 30 que va vestido estilo rapero, siempre con una gorra mal puesta de lado de, por ejemplo, ciclismo del equipo Rabobank. Sabía hablar inglés, y no japenglish como el resto de los nipones, y algunas frases en español como por ejemplo "Borracho de mierda" porque su bar se llamaba Costa Rica en honor al viaje que realizó una vez. Se preocupaba mucho por los borrachos de mierda y traía comida de un Izakaya (pub japonés donde los SalaryMan se ponen hasta el ojete de Sake y lo que se podría llamar tapas) cercano.

El bar, altillo aparte, tenía que colonizar la calle porque no le cabían los borrachos. Está entre Yoyogi y Sendagaya en Tokyo. Tenía todo tipo de bebidas y una nevera baja. Allí el ron oscuro es el Ron Rico que es asqueroso pero pone pedo que es lo importante. Las copas completadas con Coca Cola de dos litros costaban 500 yenes (3 euros y pico)

¿Por qué era raro? Pues como siempre, por la gente que lo frecuentaba y porque tenía una puerta dentro que te conducía a otro bar más grande, unos 15 metros cuadrados, en donde ponían música muy rara mezclada por extranjeros, que a su vez tenía una escaleras que te llevaban a un reservado, por llamarlo así, con un baño y un tatami donde me comentaron que la gente hacía barbaridades aunque yo no presencié ninguna.

¿Qué nos pasó? Pues un día me entró un japo diciéndome: "I like you" e intentó abrazarme. Yo le hice un quiebro torero y le dije que no estaba interesado. Otro día había dos chicas hiperborrachas (porque los japos no aguantan nada, se "mueren" de borrachera y se echan a dormir en la calle aunque vayan vestidos de traje) una se dedicaba a frotarse contra otro japo al más puro estilo reggaetoniano mientras la otra había invadido la barra intentando divertirse con el gerente mientras él nos decía: "She wants to touch my dick!". Seguidamente esas dos chicas comenzaron a enrollarse con unos besos apasionados y terminaron en el suelo al caerse del pedo que llevaban. Una de ellas no se abrió la cabeza contra el marco inferior de la puerta de cristal de puto milagro. El gerente salió a socorrerlas mientras nos decía: Borrachas de mierda.

Pero lo mejor fué el día que estando yo fuera solo porque Taladrín se había marchado a rellenar su copa de combustible nuclear aparecieron dos tunos. Uno de ellos es el que salió en el programa de televisión Dutifrí conducido por Sardá y estuvimos con ellos toda la noche pasándolo en grande mientras nos explicaba peculiaridades de Japón. Tocó canciones en directo porque este tío ama la música y Japón con su compañero mientras Taladrín le acompañaba con un bongo gigante. Momento mágico aquel. Al día siguiente fuimos a visitar el bar donde trabajaba su mujer en una novena planta. Pero eso es otra historia.

Y es que en Japón, amiguitos, todos los días nos han pasado cosas raras...

Mientras escribo esto estoy escuchando: Duffy - Mercy

El filósofo argentino disfrazado increpador y la pitufina alcohólica

Sin saber muy bien cómo y después de recibir una multa, la cual no pienso recurrir, por el método tradicional de invitación a boda; nos presentamos a la celebración de la onomástica sin hache del Señor EvoMorales (Looololololooo) en su piso nacionalizado antaño por el Poseidón Irlandés y ahora por un inglés, al cual entendía bastante bien gracias a mi afición por las series fantásticas en versión original subtitulada, que me enseñó el significado de la palabra cunt que traduzco por ojete porque me sale de ahí mismo.

Como todo piso nacionalizado que se jacte de ello, en las fiestas encuentras personas de distintos paises del mundo: Finlandia, Argentina, Ciudad Real, Bolivia, México, Francia, Guarromán. Vamos, lo que viene siendo un encuentro multicultural alcohólico.

No pasó nada más allá de lo normal (excepto el juego punky de invitar a alguien a un chupito de ronmiel que no estuviera en el pasillo) hasta que cuando sólo quedábamos el núcleo duro, es decir, los de siempre, le pedimos al que celebraba su onomástica sin hache que nos brindara unas lindas palabras. En ese momento y como en antaño nuestro querido amigo se transformó en algo parecido en un Gremlin de los malos, de esos verdes feos, y se puso en modo Filósofo Argentino de la Madrugada (sólo le faltaba el mate, la merca y tal vez una guitarra) y se quedó a gusto. Vaya sí se quedó a gusto.

Nos explicó que se va porque esto en Argentina no pasa y porque odia lo español y en particular a mi. Esto lo confesó entre sollozos justo antes de irse a pintar de algún color el baño que comparte con el señor inglés de la palabra cunt mencionado anteriormente. Bueno, no fué esto exactamente pero es para darle cierto dramatismo a la historia.

¿Y la pitufina alcohólica? Fácil, una chica con nombre que recuerda a algún tipo de luchador de Pressing Catch, preocupada por su salud y por su vida, la cual afirmaba que quería asegurar y que tenía un superpoder consistente en ponérsele azul las manos cuando bebía. Y esto, aunque os llene de estupor, es cierto.

Este superpoder nos explicó que no era motivo de alarma mientras el azul no le subiera a los brazos, momento en el cual es mejor llevar a urgencias por si tenía algun shock anafiláctico.

Se me olvidó comentarle y dejo aquí reflejado que no comente su superpoder con más gente que nosotros y especialmente con el médico que le realice las pruebas para el seguro de vida, que yo de esto tengo cierta experiencia...

Pero eso, amiguitos, es otra historia.

Mientras escribo esto, estoy escuchando: Pat Benatar - Hit Me With Your Best Shot.

Taytantos

Hoy me apetece escribir y no por ninguna razón en especial; simplemente me apetece escribir.

Busco a las musas pero, aparte de una estación de Metro de Madrid (vuela), se encuentran ausentes, de vacaciones, lejanas... Tiene que ser difícil vivir del cuento. No me malinterpretéis, me refiero a que tiene que ser complicado vivir de lo que escribes y que sólo encuentres paradas de la línea 7 del Metro de Madrid.

Miro a mi alrededor; busco algún tema divertido del que hablar, algún pedo como el día que Poseidón Irlandés nos visitó y nos dieron las 4 y media de un Martes; pero no encuentro nada que merezca ser recordado y quede reflejado aquí para la posteridad.

No penséis que estoy triste ni nada de eso, ni que no tengo ilusión; la ilusión la perdí con 6 años. Es muy duro decir esto pero es verdad. Tengo las mismas ilusiones que antes. Vale que a lo mejor ya no salgo tanto, ni me podrás ver en bares hasta altas horas de la madrugada bebiendo cubatas. Supongo que todo tiene su momento y ahora toca más tranquilidad. Meditar, pensar, cultivar el alma, aprovechar mejor los momentos de fiesta.

Podría aburrir al personal con logros personales, problemas cotidianos como por ejemplo que llevo un tiempo viviendo con un tal Diógenes y no tan cotidianos, hablar del Gobierno, algún tema de rabiosa actualidad... Pero, aparte de que cada día paso más del mundo que me rodea, tampoco haré eso.

Simplemente escribiré lo siguiente: ¡Joder, pajarito!

Mientras escribo esto, estoy escuchando: El Chojín - En el jardín de la alegría.

Alucina, vecina

El último grito, por no decir alarido, en el sanchiguarrian way of life consiste en que los pisos, que antaño se vendían y compraban por doquier, vienen con plazas de garaje para coche, trastero y plazas de garaje para carros de los niños.

¿Pero qué dices? Pensaréis. Pues sí, sí. Debido a la acción colonizadora y constructora del hombre así como la búsqueda del mayor beneficio del promotor el tamaño medio de los pisos se ha visto mermado considerablemente. Como las familias siguen teniendo un tamaño medio de 3 o 4 personas y los pobres hipotecados a 30 años no pueden nada más que adquirir un piso de 80 o 90 metros, se ven en la acuciante necesidad de crear espacios reservados dentro de las zonas comunes del edificio para el estacionamiento del medio de locomoción del niño.

No he entrado más a fondo en este tema y no he preguntado a los pobres padres que no tienen sitio dentro de sus casas para aparcar dichos vehículos si tal vez les guía un altruísmo desmesurado y permiten que otros niños con unos padres menos pudientes o más hipotecados utilicen el carro, patinete, bicicleta y/o correpasillos que aparcan en las zonas comunes.

Como creo que este es el caso, ahora cada vez que vea un medio de locomoción en una zona común me dedicaré a usarlo como me plazca aprovechando el espíritu altruísta de los vecinos. Cuando ya lo haya usado, lo dejaré en otro sitio de la zona común del edificio porque como es un carro de uso común cualquiera puede usarlo.

¡Qué buenas personas son mis vecinos!

Mientras escribo esto estoy escuchando: Nopresion - Matadero nacional.

Con la mano entre las piernas, cuando voy montando en bici

Me encontraba ayer en un atasco de esos que hacen perder la paciencia a cualquiera, el cual controlé abriendo el techo solar, bajando las ventanillas, subiendo el volumen de la radio hasta límites insospechables y encendiéndome un cigarrito p'al pecho por lo bien que lo hemos hecho.

En ese monento suena una canción de Metallica y me invade el pensamiento de que tal vez las cosas no hayan cambiado tanto. Veamos.

Sigo escuchando Metallica, los primeros discos; porque los más actuales producen un efecto parecido al garrafón en mi. Sólo que ahora lo hago en un Aipó Nano Niño Que guapo en vez de en un Walkman Sony con auriculares con cables de oro Niño Que Guapo también.

Me he vuelto a dejar el pelo largo, como cuando era jevi de palo. Sólo que ahora llevo barba y ahora ya no tengo el pelazo que gastaba en los 90.

Sigo pareciendo un macarra en el coche, aunque ya no me enfado con nadie. Lo que pasa es que el coche ha multiplicado por 6 tanto la seguridad y las "comodidades" como los caballos que rinde el motor. Del precio ya no hablemos.

Aprovecho cualquier momento lúdico para viciarme a la consola hasta altas horas de la madrugada. Sólo que ahora los gráficos son más bonitos y vienen en DVD en vez de en cartucho.

Siempre que puedo uso zapatillas de deporte. Ponerme zapatos significa lo mismo que en los 90. Hay que hacer algo de interés económico y/o estudiantil.

La pereza por hacer las cosas sigue siendo la misma. Se hacen lo mejor que se puede pero siempre buscando el mayor beneficio posible con el mínimo esfuerzo. De hecho, creo que eso te viene con el DNI y el pasaporte español.

En ese momento, recuerdas las épocas en las que te has movido más, que has salido más. Esa época en la que te ibas a comer el mundo, como dicen por ahí. Parece ser que cuando ya te lo has comido; y no quiero resultar vanidoso, simplemente te conformas y eres feliz con lo que tienes, vuelves al estado original que no es otro que la pereza.

Y es que cada vez estoy más convencido de que somos personas cíclicas. Podemos cambiar nuestra manera de ser, de pensar, de aparentar, movernos de lado a lado. Pero al final, siempre volvemos al estado original.

En fin, que tengo que beber más...

Mientras escribo estoy estoy escuchando: Metallica - Enter sandman.