El autobús raro

Un indio, una trepacocos, a una le suena el móvil y se pone a hablar en francés, llega una mujer que era la versión femenina de Bartolo (Cruz y Raya TM) con una serie de verduras que parecían estar podridas, una con el pelo rubio y con mechas negras (al revés de todo el mundo) hablando por el móvil de cómo bañaba a su perro, se sube uno que lo único que hacía era mirar el móvil y decir: "Qué hija de puta, que hija de puta" mientras respiraba en Dolby Surround, otra sentada en el primer asiento que parecía que le estaba dando un ataque epiléptico y nadie hacía nada, una vieja que parecía yonki, jevi o las dos cosas, una que suele frecuentar el mismo autobús que yo a la misma hora y que no es que esté buena; es que está de toma pan y moja.

De repente el del móvil decide que se baja por la puerta de adelante mientras la de los ataques epiléticos sigue con lo suyo, llega uno de unos dos metros y peso 60 kgs con las orejas desabrochadas y unos dientes sucios del tamaño de unas teclas de piano con una gorra del siglo pasado que ponía "Eurocola", la tía buenorra se encuentra con una amiga y le empieza a contar algo, joder menudo genio se gasta la tía, el de la eurocola saluda a la de las mechas al revés...

Y yo mientras intentando no descojonarme porque la gente que parecía un poco más normal me miraba a mi pensando si estaba loco por la sonrisa que no podía ocultar y buscando primero la cámara oculta y luego la barra para pedirme un ron.

Gallardón cabrón, ya que no nos dejas hacer botellones en los parques pon barras en los autobuses de la EMT que los personajes que los frecuentan bien lo merecen.

PD: Maykel, Maykel, escribe la crónica del sónar.
PD2: Lo de la película ya lo habíamos pensado, pero lo tuvimos que desechar por falta de medios y de dinero para pagar licencias.

Mientras escribo esto estoy escuchando: La Banda Sonora del Profesor Popsnaggle (o como se escriba) en mi mente.

3 piedras

Subtítulo: El ataque de las comebolsas.

Parece ser que tengo más lectores de los que creía. Hay gente que cuando nos re-encontramos en la noche madrileña se me queja amargamente de que no escribo nada. Así que va por vosotros; no creáis que no me pasan cosas raras, que me siguen pasando; lo que pasa es que la resaca del día siguiente me impide recordar claramente lo que pasó la noche anterior. Estoy pensando en comprarme una grabadora de voz.

Una vez aclarado, os pondré en situación. Como en casi todos los años anteriores mis peripecias me llevan a la bonita ¿ciudad? de Tres Cantos. ¿Pueblo? famoso por su parque tecnológico que tiene mucho que envidiar al archiconocido Valle del Silicio, por su Industria y por sus gentes. Todos los años a finales de Junio se celebran sus bonitas fiestas junto al lago en la zona industrial. La afluencia de público es increíble, van grupos de cierto nombre y, aunque la media de edad ronda los 15 años siempre aparece algún personaje digno de mención como en este caso, nosotros.

Otro punto a favor de las fiestas es que conocemos a gente en las casetas donde venden la droga legal en forma de líquido que tanto nos gusta. ¡Eh! No penséis mal, que lo venden para financiar proyectos de índole social; no para lucrarse... (El descojone me impide seguir argumentando esto)

Puestos en situación comenzaré a relatar el desarrollo de la noche. Llegamos a Tres Cantos; para variar, nos perdemos un poco hasta llegar a la zona de la fiesta. Para no variar, aparcamos a un siglo de caminata. Llegamos a la fiesta. En menos de 15 minutos encontramos a alguien conocido. Tardamos un rato en comer, organizar el botellón y comenzar a beber. Hasta aquí como todos los años.

Una vez 'tuneados', comienzan los sucesos extraños... Nos dirigimos a la caseta donde hay contacto, bebemos más, aparece una mulata preguntando que si tenemos droga ilegal. Algún cabrón le dice que yo tengo, la mulata me interroga. Le contesto: "No, de esa no tengo; pero tengo de todas las demás" Ella dice: "Hombre es que llevo toda la semana a base de esa droga y por eso quería de la otra pero ahora que me lo has dicho quiero de la que me ofreces." Le digo: "Pues mira es que no te la puedo vender." Ella me pregunta: "¿Consumo propio?" Y yo le digo que sí. Ella dice: "No me lo creo pero vamos me podrías...". En ese momento se distrae un segundo y yo aprovecho la ocasión para huir mientras me descojono porque la he vacilado un poco.

No amigos, no. De momento no me dedico al mercado de la droga ni tampoco la tomo. Yo me quedo en la legal que ya tengo bastante vicio.

Nuestra aventura nos lleva ahora a la zona donde se oye más fuerte la música. Pasa un camión por en medio, el público jalea. Cuando por fin pasa descubro que en la parte de atrás del camión va uno subido a lo inmigrante ilegal. ¡Ahí va! Si es un cachorro de la deisi. Joer! Ya damos la nota hasta en Tres Cantos. Seguidamente hay una pelea de niños de esas de mucho empujar, muchos amigos parando y separando. Lo de siempre, me tiran un mini encima y me tengo que cagar en toda su familia.

Pasa la noche entre risas, recuerdos y conversaciones y de repente... ¡Pum! Amanece sin darnos cuenta... "¡Ostia! ¡Qué mal rollo! ¿Pero qué hora es?" "Las 7 y media" "Pero si solo quedamos 6 ó 7 de los 40 que éramos" "¡Joder! Si somos los 6 ó 7 de siempre" Y es que amiguitos, tenemos más vicio que una garrota.

Mientras escribo esto, estoy escuchando: Molotov - Puto.