Mañana le parto la cara a Luis Miguel

Subtítulo: Cualquier felicidad no provocada por el alcohol es meramente ficticia.

De vuelta en España sano y salvo, me queda por relatar el fin de mi viaje. Espero no aburrir.

Resulta que un Miércoles cualquiera me llevan al Bar-Zelona. Podéis leer aquí lo que opino de los bares cuyos nombres empiezan por bar. Así que llegamos. Los hombres pagaban mucho más que las mujeres para fomentar el roneo extremo. Nos buscamos una mesa y después de negociar si queremos una botella o "ir a copeo" me encuentro tomando ron con cocacola en menos que canta un gallo. El garito no es muy raro. Música de los 90 bajita, gente en las mesas bebiendo, fumando y hablando. Vamos lo normal...

De repente un estruendoso bocinazo. Se apaga la luz. La gente comienza a gritar despavorida. ¡El acojone máximo! Una música House a niveles desorbitados. Los relaciones públicas con los que se gestionaban las mesas se suben a unas tarimas y comienzan a bailar como poseídos. Todo esto aderezado con un buen megatrón. Megatroooooooooooon! La música sigue y me doy cuenta de que la canción de Puto de Molotov la usan para todo. Resulta que eso es lo que allí se llama "Abrir pista" Joder, podían avisar que me han dado un susto de cojones.

La música sigue y sigue y de repente otro bocinazo. Se suben otra vez los relaciones vestidos con un traje de granjero, suena una música de una vaca o algo así y comienzan a dar de beber a la gente algún tipo de líquido a través de biberones gigantes. ¿Pero esto qué es? ¿Dónde me he metido?

Aparte hicieron otra actuación consistente en imitar a diversos cantantes con pelucas. Asustado terminé la noche, escuchando música infantil mexicana mientras unos propios del lugar gritaban con sonido de guerra: ¡A hueeevo! ¡A hueeevooo! Resulta que es como decir: ¡A tooope!

A la noche siguiente me llevan a Sukho. Tenemos que sortear en la entrada a las personas que nos querían cobrar. Entramos. ¿Qué decir? Era como Pachá pero en México. Todo lleno de minifresas (minipijos) de esos que van vestido con imitaciones de marcas de ropa, y que luego se piden una botella entre 15 que se beben a chupitos. Por supuesto sin dinero alguno pero aparentando más de lo que realmente se es. Sin pena ni gloria al ser algo por mi ya conocido pero en versión mexicana, termina la noche con música infantil como Timbiriche, empiezo a sospechar que todos los antros terminan con esa música, y a la salida los minifresas se quieren pegar pero no se lían a madrazos ni nada por el estilo. Mucho grito y empujón pero hostias ni una. En fin, repito, el mismo espectáculo que en Madrid.

Al día siguiente me llevaron a La Cantina de los Remedios. Toma bar típico mexicano. Con sus mesas, su decoración típica, sus mariachis. Una velada encantadora. En una mesa cercana estaban tomando tequila y oyendo al mismo lado a los mariachis tocar como poseídos. Seguidamente me llevan al Tiradero, en donde estan sentado en una mesa pegada a una pared de repente se sube una especie de pantalla y aparece un grupo entero tocando. ¡Estoy en primera fila! Está bien porque al cantante se le escapan elles argentinas,; vamos, que tenía de mexicano lo mismo que yo, y cuando canta canciones originalmente cantadas por mujeres se pitufa la voz. ¡Vivan los sintetizadores midi! En general era un espectáculo ver al cantante argentino con la voz pitufada que se hacía sus propias mezclas de sonido mientras el del bajo daba saltos ridículos moviendo las piernas lateralmente.

La última noche que estuve en un bar me llevaron a La mentirosa, que era un bar terriblemente parecido a La Malquerida de Madrid. Terminé un poco pedito como en Madrid con las banderitas.

Y es que... Ver mundo está bien pero como Madrid nada. De Madrid al cielo.

Mientras escribo esto, estoy escuchando: Daddy Yankee - Parabrisas (celulares).