Sin novedad en el frente

Sé que no estoy escribiendo nada últimamente. Es que no me pasa nada divertido ni digno de mención. Tal vez me esté haciendo mayor. ¡Joder, cómo cambian las cosas en menos de un año! He pasado de ser un tío divertido, de salir prácticamente todos los días a ya ni salir los sábados con la excusa real de que estoy malito.

Puede que sea debido a que ya todos trabajamos y los que no trabajan se han vuelto unos sanchiguarros. No seré yo el que diga como tienen que vivir la vida; a lo mejor los inteligentes son los sanchiguarros que tienen sus ilusiones en un jacuzzi, en un bmw, en un pisillo de trujillo de 30 metros cuadrados al estilo ikea y que desde luego no tienen que pensar excepto en tener contenta a su parienta.

El caso es que nos hacemos mayores y nos vamos haciendo cargo de nuevas responsabilidades: unas veces porque lo deseamos y otras porque nos toca. Esta última frase me recuerda a un anuncio que hay en la radio de un coche que termina: "... y al final te das cuenta de que te pareces a todos los demás".

¿Cuál es el destino de nuestras vidas? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Acaso importa? El otro día oí a alguien decir: "Nadie quiere cambiar el futuro, la gente quiere cambiar el presente" A lo mejor es eso lo que me pasa que no me gusta mi presente. Estoy harto de tener que hacer doscientas veintisiete cosas en una mañana. Y cuando por fin terminas te das cuenta de que te quedan por hacer otras ciento cuarenta y tres. ¿Es eso lo que me espera el resto de mi vida?

Pues espero que no. ¿O tal vez espero que sí? El caso es que si no estuviera como estoy ahora también me quejaría. El caso es quejarse. Nada nunca está bien, ni mal. Supongo que habrá que conformarse con lo que te toca vivir y hacerlo lo mejor posible; porque por mucho que intentes cambiarlo al final no lo cambias.

Y bueno lo dejo ya que esto parece un post de Dawson o de cualquier serie aleatoria norteamericana con diálogos complejos dichos como si lo llevaran dentro desde hace 10 años, y además yo de lo que quería escribir era del sentimiento que es la deisi, de la cual hablaré más adelante.

Mientras escribo esto, estoy escuchando: Nada.

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