Comienzo los post acerca de bares de Japón con posiblemente el mejor bar del mundo. Y al escribir esto puede parecer que decir esto de un bar de 3 metros cuadrados con altillo es decir demasiado. Y si así pensáis, seguid leyendo.
Como decía el bar es pequeño, muy pequeño. El gerente si se le puede llamar así es un chico de unos 30 que va vestido estilo rapero, siempre con una gorra mal puesta de lado de, por ejemplo, ciclismo del equipo Rabobank. Sabía hablar inglés, y no japenglish como el resto de los nipones, y algunas frases en español como por ejemplo "Borracho de mierda" porque su bar se llamaba Costa Rica en honor al viaje que realizó una vez. Se preocupaba mucho por los borrachos de mierda y traía comida de un Izakaya (pub japonés donde los SalaryMan se ponen hasta el ojete de Sake y lo que se podría llamar tapas) cercano.
El bar, altillo aparte, tenía que colonizar la calle porque no le cabían los borrachos. Está entre Yoyogi y Sendagaya en Tokyo. Tenía todo tipo de bebidas y una nevera baja. Allí el ron oscuro es el Ron Rico que es asqueroso pero pone pedo que es lo importante. Las copas completadas con Coca Cola de dos litros costaban 500 yenes (3 euros y pico)
¿Por qué era raro? Pues como siempre, por la gente que lo frecuentaba y porque tenía una puerta dentro que te conducía a otro bar más grande, unos 15 metros cuadrados, en donde ponían música muy rara mezclada por extranjeros, que a su vez tenía una escaleras que te llevaban a un reservado, por llamarlo así, con un baño y un tatami donde me comentaron que la gente hacía barbaridades aunque yo no presencié ninguna.
¿Qué nos pasó? Pues un día me entró un japo diciéndome: "I like you" e intentó abrazarme. Yo le hice un quiebro torero y le dije que no estaba interesado. Otro día había dos chicas hiperborrachas (porque los japos no aguantan nada, se "mueren" de borrachera y se echan a dormir en la calle aunque vayan vestidos de traje) una se dedicaba a frotarse contra otro japo al más puro estilo reggaetoniano mientras la otra había invadido la barra intentando divertirse con el gerente mientras él nos decía: "She wants to touch my dick!". Seguidamente esas dos chicas comenzaron a enrollarse con unos besos apasionados y terminaron en el suelo al caerse del pedo que llevaban. Una de ellas no se abrió la cabeza contra el marco inferior de la puerta de cristal de puto milagro. El gerente salió a socorrerlas mientras nos decía: Borrachas de mierda.
Pero lo mejor fué el día que estando yo fuera solo porque Taladrín se había marchado a rellenar su copa de combustible nuclear aparecieron dos tunos. Uno de ellos es el que salió en el programa de televisión Dutifrí conducido por Sardá y estuvimos con ellos toda la noche pasándolo en grande mientras nos explicaba peculiaridades de Japón. Tocó canciones en directo porque este tío ama la música y Japón con su compañero mientras Taladrín le acompañaba con un bongo gigante. Momento mágico aquel. Al día siguiente fuimos a visitar el bar donde trabajaba su mujer en una novena planta. Pero eso es otra historia.
Y es que en Japón, amiguitos, todos los días nos han pasado cosas raras...
Mientras escribo esto estoy escuchando: Duffy - Mercy